Un enfrentamiento marcado por el uso del lenguaje
La sesión de la Comisión Permanente del Congreso se vio envuelta en un fuerte cruce de declaraciones entre Ricardo Anaya y Gerardo Fernández Noroña, cuyo debate fue encendido por el uso de expresiones altisonantes y acusaciones políticas. La jornada dejó expuesto un momento de alta tensión en el Senado, donde Anaya fue protagonista de un discurso polémico y directo.
Un debate que escaló rápidamente
Durante su intervención, Anaya cuestionó fuertemente el proceso de elección judicial llevado a cabo el pasado 1 de junio. Según él, «9 de cada 10 mexicanos repudiaron la elección», al considerar que fue manipulada por el oficialismo. Argumentó que el Poder Judicial fue “hecho pedazos” al haberse nombrado evaluadores y magistrados sin preparación adecuada.
El detonante del conflicto fue una gráfica disputada entre el panista y la senadora morenista Verónica Camino. Dicha gráfica destacaba los 13 millones de votos que respaldaron la elección, pero fue utilizada por Anaya para evidenciar el rechazo social.
Lenguaje escatológico en el recinto
Las palabras del panista encendieron la sesión cuando, en medio del debate, pronunció: “La caca flota y ya empezó a flotar”, frase que desató el malestar del presidente de la Mesa Directiva, Noroña. Desde su posición, el morenista exigió respeto y criticó el uso de ese tipo de lenguaje dentro del recinto legislativo.
Sin embargo, Anaya replicó que Noroña no tenía autoridad moral, ya que ha utilizado palabras similares en redes sociales, incluso para referirse a figuras como Donald Trump o el sistema educativo. En respuesta, Noroña se defendió afirmando que nunca ha usado ese lenguaje en tribuna, y que sus comentarios personales no debían ser juzgados en el contexto parlamentario.
Acusaciones y gritos en el pleno
La discusión no terminó ahí. El intercambio subió de tono cuando Anaya calificó al morenista de “cobarde”, mientras que Noroña, en evidente molestia, respondió: “Voy a bajar a responderle como se merece, pedazo de… político”. La disputa provocó que se pidiera la intervención del Servicio Parlamentario para aclarar el procedimiento.
Este episodio refleja la crispación política actual, marcada por ataques personales, falta de moderación en el lenguaje y escasa disposición al diálogo institucional. El nombre de Anaya ha vuelto a colocarse en el centro de la polémica, ahora por una batalla verbal que, más allá de lo anecdótico, exhibe la fragilidad del debate democrático en México.